Formado en una de las ciudades con más talento futbolístico por metro cuadrado, Di María se formó en las inferiores de Rosario Central ingresando en la institución en 2001. Llegó al primer equipo en 2005 y ya sonaba su nombre para ir a Europa (al final no cuajó la idea de irse al Rubin Kazan), antes de cumplir la mayoría de edad y se mantuvo en la entidad canalla hasta el verano de 2007, que fue traspasado al Benfica (junto a Andrés Díaz). La posibilidad de llegar tan pronto a Europa pudo más que el interés de Boca por contar con sus servicios.
Ya como jugador del Benfica, participó en el Mundial sub20 de Canadá donde empezó a destacar y a poner su nombre en las listas de jugadores jóvenes con proyección. Su llegada a Portugal contó con la losa de ser el "nuevo Simao" que se había marchado del club lisboeta, pero gracias a su juego no tardó mucho en ganarse a sus nuevos aficionados. Al finalizar su primer año, participó activamente en la consecución de la medalla de oro en los JJOO de Pekín, anotando el gol de la victoria en la final y poniendo su nombre en la rumorología de media Europa para conseguir su contratación pero al final nadie concretó el interés y continúa, hasta la fecha, en el Benfica.
El juego de Di María es eléctrico y terriblemente vertical. Ocupa la teórica posición de extremo izquierdo pero puede desenvolverse por la zona diestra con facilidad. Muy rápido, con un fantástico regate y una conducción de pelota notable tiene en el gol su asignatura pendiente. Pero quizás su juego sea más un generador de ocasiones más que un materializador.